El extraordinario guitarrista napolitano, Henri Crolla, debutó en la música muy joven tocando el banjo, un instrumento de la primera época del blues afroamericano, en las terrazas de los cafés parisinos y frecuentando un ambiente bohemio donde el arte y la cultura se manifestaba con profusión en la ciudad del Sena, donde residía desde que su familia se trasladó a Francia.
En aquel ambiente, el maestro del jazz europeo, Django Reinhardt, lo escuchó tocar en una ocasión y le propuso que cambiara el banjo por la guitarra, una decisión que cambió toda su posterior carrera musical y por la que estuvo eternamente agradecido a Django. Aunque ya tocaba en 1938, no fue hasta 1944 cuando su carrera se consolidó al lado del gran Yves Montand, con quien estuvo tocando hasta la muerte de este. Henri Crolla venía de tocar en cabarest, boites parisinas y otros garitos del Paris bohemio, por lo que era muy popular y admirado en aquellos ambientes.
En 1948 acompañó al violinista, Stéphane Grapelli en el club St. Germain de la capital francesa y tuvo la habilidad de ser un músico que descubrió el potencial del cine, participando en decenas de bandas sonoras de los años cincuenta. Músico casi desconocido para la generación actual, Henri Crolla fue un guitarrista excelente, dotado de un swing vibrante y un virtuoso de la guitarra. Tuvo no obstante la mala fortuna de ser coetáneo de otro gran músico que en cierta manera eclipsó su carrera: Django Reinhardt.
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